Desde Bruselas con amor

¡Europa, no; Andalucía! Europa es por su método, la especialización que convierte al individuo en pieza de máquina. Andalucía por el suyo, es la integridad que apercibe al individuo como un mundo completo ordenado al mundo creador. Europa es el individuo para la masa. Andalucía, el individuo para la Humanidad. Europa es el feudalismo territorial e industrial, Andalucía, el individualismo libertario”.
          Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza.

Europa lo ha vuelto a hacer. Europa ha condenado al campo almeriense, andaluz... y lo ha hecho porque Europa es así, porque ellos son Europa y nosotros no, porque Europa jamás nos verá como parte de ella, y es comprensible, no lo somos, y el único afán de algunos por parecerlo es lo que acaba en el ridículo espantoso de quienes esperan algo, un reconocimiento.
Europa ha ayudado mucho al desarrollo económico de este país, y es justo reconocerlo, como también lo es entender que no ha sido a cambio de nada. ¿Pero realmente alguien puede creer que los miles de millones de euros que han llegado hasta aquí han sido gratis, han sido porque "semos" europeos? ¿realmente hay alguien convencido de que para los alemanes, los andaluces o los españoles somos como los franceses o los ingleses?
A Europa le interesó en su momento contar con un nuevo Estado cuyos nuevos gobernantes necesitaban un reconocimiento internacional, y que para ello estaban dispuestos a casi todo. A cambio de ese reconocimiento, Europa metía en su seno a alguien que producía con una mano de obra poco organizada sindicalmente y por tanto más barata, con una gran capacidad de  producción agrícola y pesquera... y aunque tal vez el rigor sanitario que ellos aplicaban a sus cosas era mucho más elevado que el nuestro, sin duda les salíamos más económicos dentro que fuera.
Por eso fueron necesarias carreteras, autovías, aeropuertos... pero a la vez había que mantener un alto nivel de protección medioambiental, porque este habría de ser su lugar de jubilación, de descanso, de vacaciones... y necesitan ser atendidos en bares, hoteles y restaurantes con educación, y necesitan que les reconozcamos como lo que creen ser, y les da igual cuanto nos cueste económica y socialmente esa exigencia, como les da igual que se nos llene la tierra de agujeros, porque a ellos les gusta el golf, y ellos son los que cuentan, los que ponen las normas. 
Eso, y no otra cosa, es lo que pasa ahora con Marruecos. Marruecos es la nueva Andalucía o la nueva España, para Europa. Marruecos produce más y más barato, como nos pasaba a nosotros; tiene un reyezuelo necesitado de que alguien reconozca que su satrapía es una democracia asimilable a las occidentales; los Fondos Feder serán ahora el Plan Marruecos Verde...
Europa usará a Marruecos como nos ha usado a nosotros. Y durará mientras los marroquíes están bajo la babucha de Mohamed VI, pero como los marroquíes despierten y se pongan en pie, Europa tendrá un problema y entonces buscará en otro sitio.
No, no me siento europeo. Tal vez sea porque soy andaluz y así el resultado de la votación en el Parlamento Europeo sobre el tratado de libre comercio con Marruecos me lo esperaba. Más triste que eso es el espectáculo vivido estos años atrás y que ha durado hasta el instante mismo de pulsar el botón, con los dos principales partidos españoles acusándose de no haber defendido nuestros intereses, de haber mirado para otro lado, de habernos engañado diciendo una cosa y votando otra...
El 25 de marzo hay elecciones, y nunca es tarde para defender lo nuestro, aunque a veces lo parezca.

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